Cogito 11

Johannes se dirigió al departamento de administración. Allí una pequeña puerta daba acceso a los archivos en papel, al abrirla, se encontró con una sala pequeña con varias puertas, todas ellas de metal con un número marcado en ellas del diez al uno.

Johannes se dirigió a la que tenía el número tres y puso su mano sobre la lente que había al lado de la puerta, la luz de ésta se puso verde y la puerta comenzó a moverse con bastante ruido. Johannes notó que la puerta era de un grosor considerable para, evitar posibles robos.

Al entrar, la puerta se cerró tras él. La sala estaba llena de armarios de ficheros bastante antiguos y con varias mesas, sillas y lamparas para las consultas, puesto que no estaba permitido sacar ningún archivo de aquella sala.

Se dirigió al libro de registros donde se indicaba el armario y el cajón en que se encontraba cada documento y , tras un rato buscando, encontró donde debía ir.

Sacó la carpeta del cajón y se sentó en una de las mesas para comenzar a leer.

Tras varias horas leyendo los informes médicos sin llegar a entender mucho, encontró algo interesante, un patrón genético, que según el informe, los aliens no sabían de donde venía. Sacó su dispositivo portátil y buscó en él el patrón genético de la sustancia que se encontraba en cada escena de cada desaparición. ¡Coincidía!.

El único problema es que según el informe los alienígenas no sabían nada de esa sustancia, así que debía intentar hablar con el equipo que había hecho las pruebas a los aliens a ver si podían identificar de que se trataba.

Acabó de leerse el informe bastante más apresuradamente que antes y en cuanto lo hubo acabado, sin encontrar nada más interesante, lo volvió a dejar en su sitio y subió de vuelta a su despacho para averiguar quién era el equipo y pedir permiso para preguntarles por su labor con los aliens.


Ahora que tenía una pista tan clara no creía que le rechazasen la oferta, además que esta vez no iba a ser con los alienígenas sino con el equipo médico que los investigó.