La tierra aislada

Supongo que debería empezar por presentarme. Me llamo Blake Marin y actualmente soy un refugiado político en Urano.

Supongo que el lector querrá saber como es que en Urano puede haber refugiados políticos y como he llegado yo a convertirme en uno.

Todo comenzó hace unos cuantos años, con todo el lio no recuerdo exactamente cuantos. Yo estaba en el tercer proyecto internacional para mandar humanos a otros planetas de nuestro sistema solar. Ya había habido misiones a Marte y a Júpiter con bastante éxito ambas. Esta vez tocaba Saturno, concretamente a una de sus satélites.

Nos habían preparado durante meses para convivir entre nosotros en espacios pequeños y cerrados. No consigo recordar el nombre de los otros miembros pero estoy seguro que entre nosotros había un médico, unos físicos, químicos, y biólogos. En cuanto a mi profesión, era y de hecho sigo siendo mecánico. Mi objetivo en la misión consistía en reparar cuanto se averiase en las instalaciones de la base.

No me había costado mucho pasar aquellos meses encerrado con mis compañeros, aunque siempre había algún roce entre ellos yo procuraba no meterme en problemas y supongo que ellos también.
Me pusieron pruebas para reparaciones en condiciones extremas y salvo algún que otro problema solía hacerlas en el tiempo requerido, de no haberlo hecho me hubiesen echado del proyecto como ocurrió con uno de mis compañeros mecánicos.

Al cabo de un par de años tras comenzar los preparativos, nos embarcamos en la nave que nos llevaría hasta nuestro destino final.

Hacía unos meses que habían llegado a Saturno los elementos con los que crearíamos el primer espacio acondicionado para poder vivir mientras esperábamos la llegada de más piezas para construir pequeños domos comunicados por túneles donde instalaríamos los diferentes laboratorios, dormitorios y demás. La idea principal era acondicionar uno de ellos para el cultivo y así hacernos casi autosuficientes.

No sé exactamente cuanto tiempo tardamos en llegar, ya que solo despertábamos de la animación suspendida al pasar cerca de alguno de los otros dos planetas, para dejar caer una capsula con materiales a las otras dos comunidades de humanos, la de Marte y la de Júpiter.

El aterrizaje fue un tanto brusco, en ese momento el oxigeno estaba en nuestra contra. Al salir del módulo noté el suelo de hielo algo de lo que ya habíamos sido advertidos y debido a lo cual nuestras botas estaban preparadas.

Entre todos tardamos unas pocas horas en montar el primer módulo y acondicionarlo, creando primero un vacío dentro de este y luego haciendo que las maquinas comenzasen a introducir oxígeno hasta que fuese habitable.

Mientras estas operaciones se llevaban a cabo, uno de los pilotos acercó lo máximo posible el módulo de aterrizaje y sacó de el un pequeño transporte por el que podríamos movernos por el satélite en caso de necesidad.

Pasaron unas semanas hasta que llegaron las primeras piezas para montar el complejo de domos. Pero debido a la rotación del satélite estas acabaron a una distancia considerable de nosotros, con lo que yo y uno de los pilotos fuimos en su busca.

Pero adelantando acontecimientos, ya que en los meses posteriores no pasó nada más interesante que la construcción de los diferentes compartimentos y sus túneles de comunicación, una mañana, digo mañana según el reloj, ya que en el satélite prácticamente daba el sol siempre, nos despertamos con los sistemas de comunicación apagados. Yo y otro de mis compañeros salimos al exterior a comprobar si había algún fallo en la antena, pero no era así, todo debería haber seguido funcionando, pero por algún motivo que no conocíamos, no lo hacía.

Estuvimos así varios días, la gente comenzó a preocuparse ya que no teníamos ninguna forma de saber si había pasado algo en la tierra ni si nos iban a seguir llegando las piezas que necesitábamos para acabar el complejo y ser completamente autónomos.

Si no recuerdo mal, pasó una semana cuando comenzamos a escuchar ruidos en el exterior. Eran golpes en el metal del domo principal. Algunos compañeros se apresuraron a decir que se debía a un cambio de temperatura en el exterior con lo que el metal estaba haciendo ese ruido solo. Pero el ruido no tardó en centrarse en la puerta.

Nadie se atrevió a abrir ni siquiera para tratar de demostrar que solo era el metal ajustándose al supuesto cambio de temperatura que se estaba produciendo en el exterior, y en un par de minutos el ruido cesó. Sin embargo, al día siguiente a la misma hora, el ruido volvió. Esta vez, uno de los físicos, armado de valor se acercó a la puerta y abrió el compartimento de descompresión, en él se colocó el traje y dispuso todo para salir. No se escuchó nada durante un rato hasta que la cámara de descompresión volvió a ponerse en marcha, sin embargo al abrirse la puerta ya no estaba nuestro compañero.

Ante nosotros se encontraba un ser que aun hoy no soy capaz de describir, llevaba un traje similar al que usamos para salir al exterior, el cual no se quitó para entrar, estaba armado y apuntándonos e intentaba comunicarse aunque no eramos capaces de comprender nada de lo que decía si es que decía algo.

Tras acorralarnos en la zona más apartada de la puerta, usó un comunicador para avisar a sus compañeros que esperaban fuera, los cuales fuero entrando uno a uno a través de la cámara de descompresión debido a su gran tamaño. Cuando varios de ellos, no recuerdo exactamente cuantos, estuvieron dentro, el que había entrado primero dejó de apuntarnos con el arma y el que tenía el traje de un color diferente intentó comunicarse con nosotros de nuevo. Más tarde sabríamos que lo que quería era una muestra de voz para poder traducir usando un pequeño aparato similar a una grabadora de bolsillo antigua. Consiguió esto cuando una de nuestras compañeras botánicas le dijo que no comprendíamos lo que quería decir. Al hablar, la máquina que tenia cerca de la escafandra, comenzó a emitir unos pitidos y un piloto de color violeta se encendió. En ese punto comenzamos a entender lo que decía el extraño ser.

Con una voz robótica comenzó a interrogarnos, primero sobre qué hacíamos allí y luego se interesó por nuestro lugar de origen. Suponiendo que no teníamos nada que ocultar realmente, le respondimos que eramos un equipo científico de la tierra cuyo único objetivo era la exploración espacial.

En la escafandra del ser aparecieron unos símbolos que leyó y pareció corroborar nuestra procedencia. Luego se interesó por saber qué motivos llevaban a los humanos a la exploración espacial. Algunos de mis compañeros comenzaron a responderle filosóficamente sobre el ansia de conocimiento, mientras yo observaba a los demás miembros extraterrestres.

No tardaron mucho en cansarse de las explicaciones y nos hicieron ponernos nuestros trajes y se dispusieron a llevarnos al exterior. Mientras les explicábamos nuestra necesidad de oxígeno para respirar, ellos nos comentaron que no había problema con ello, que podían sintetizarlo fácilmente.

Salimos al exterior de la instalación y nos encontramos con una nave en la cual nos hicieron entrar. Ésta no tenía ventanas por ningún lado y aparentemente sin que ninguno de los miembros de la tripulación tocase nada, comenzó a elevarse. Al cabo de unos minutos, un ruido metálico terminó con el movimiento de la nave y la puerta volvió a abrirse formando una rampa, a través de ésta pude observar lo que parecía un aparcamiento lleno del mismo tipo de naves en la que nos encontrábamos.

Salimos escoltados por nuestros secuestradores y nos montamos en un ascensor, éste nos llevó a un pasillo con celdas a cada lado. Nos encerraron individualmente. Recuerdo que los barrotes de las celdas eran de una luz violeta intenso. Nos indicaron que podíamos respirar sin necesidad de nuestras escafandras y que vendrían a buscarnos uno a uno para interrogarnos.

La celda disponía de un camastro acolchado y un retrete. No había ventanas por las que mirar y por lo que parecía estaba insonorizada hacia el exterior ya que ninguno de mis compañeros parecía escucharme.

No podría decir cuanto tiempo pasé encerrado cuando apareció por el pasillo un nuevo grupo armado. Estos seres eran diferentes a los que nos había hecho prisioneros. Estaban sacando a todos los seres encerrados en las celdas de aquella nave, pero al llegar a mi celda se miraron entre ellos e hicieron una llamada que no pude entender. Al cabo de un rato apareció otro de ellos y con un gesto, desaparecieron los barrotes de luz que me mantenían encerrado. El ser se acercó al camastro y se sentó en el, yo permanecía de pie en la esquina más alejada a este. Me extrañó el momento en el que se abrió el cristal del casco que llevaba y pudo comunicarse en mi idioma.

Tenía un acento extraño, y le parecía raro ver a un humano en esa nave. Estuvimos un rato hablando de cómo había llegado hasta allí. Tras esto me invitó a salir de la celda, me contó que eran una misión de rescate y que cuando estuviésemos todos a salvo se encargaría de explicarme todo.

Todos los prisioneros que habíamos estado en aquellas celdas fuimos corriendo escoltados por estos soldados hasta un hueco en una pared que conectaba herméticamente con la entrada a otra nave. Dentro de ésta, la cual se componía básicamente de una gran sala con asientos bastante incómodos a mi parecer y una puerta que, al abrirla uno de los soldados, pude ver llevaba a la sala de control, intenté buscar a mis compañeros pero al no verlos por ningún lado concluí que habían sido rescatados en alguna otra nave y los encontraría en el lugar donde nos dirigiésemos.

El viaje, a falta de nada que hacer y sin posibilidad de comunicación con los otros seres que me rodeaban, pareció durar una eternidad. La nave aterrizó en un planeta, aunque no sabría decir cual. Los soldados nos escoltaron hacia un edificio a unos metros de la zona de aterrizaje, donde fuimos asignados a habitaciones. El personal parecía entender varios idiomas incluido el mio pero no me dejaron preguntar nada, simplemente registraron la huella dactilar de mi pulgar y me indicaron donde se encontraba mi habitación, la cual estaba acondicionada perfectamente para cualquier humano. Una cama amplia, un escritorio un par de sofás y unas sillas.

Pasé un par de horas en aquella habitación, no disponía de ventanas así que nunca supe donde me encontraba. El mismo ser que me había entrevistado en la celda entró en la habitación, la puerta se cerró tras él y se sentó en uno de los sofás.

Me miró y lo primero que me dijo era sobre mi inminente traslado a Urano, no podía volver a la tierra, así que debía considerarme oficialmente un refugiado. Le pregunté evidentemente preocupado si había pasado algo en la tierra. Su respuesta fue negativa y me contó lo de la guerra.

Mercurio, Venus y los Korthan, un grupo sin planeta fijo que viven en naves y cuya nave principal, la cuál es inmóvil, se encuentra entre estos dos planetas, se habían aliado en contra de la unión planetaria solar. Exceptuando a la tierra, cuyos dirigentes habían acordado con los seres de los otros planetas su neutralidad total y la ocultación de la vida extraterrestre a sus habitantes y marte que se hallaba deshabitado y se considera también territorio neutral, todos los pueblos del sistema solar habían formado una alianza política y económica. Sin embargo, esta alianza, propiciada por los Korthan que se sentían excluidos de la alianza por no tener un planeta, habían comenzado una guerra contra los habitantes de Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano, siendo este último el centro burocrático de la unión.

Esta guerra había durado varias décadas terrestres y un grupo humano había sido entrenado por fuerzas especiales de los ejércitos de la unión para evitar el conocimiento humano de esta guerra.

Mi traslado a Urano era una cuestión de seguridad personal, permanecería allí hasta que acabase la guerra y por consiguiente el bloqueo que tenía la tierra para que no fuese atacada. Pregunté por mis compañeros de misión, pero según él no habían encontrado a más humanos en la prisión Korthan.

Pregunté por el bloqueo a la tierra, por qué si podíamos salir de ella. Los agentes de los que me había hablado antes, se ocupaban de que los humanos que saliésemos en misiones espaciales no fuésemos atacados y siguiésemos en ignorancia de las especies extraterrestres, pero los que nos protegían a nosotros habían sido atacados, de ahí que nuestras comunicaciones hubiesen sido cortadas.

El comunicador de mi interlocutor sonó y tras intercambiar unas palabras con quien estuviese al otro lado, se levantó y me hizo un gesto para que le siguiese. Me guió hasta una nave con 4 soldados más y me dijo que me escoltarían hasta Urano donde viviría y ayudaría a los diplomáticos a crear un plan para que la tierra entrase en la unión solar al término de la guerra.


Ya han pasado unos meses de mi llegada a Urano el cual no es un mal sitio para vivir. Sigo sin saber nada de mis compañeros de misión y tengo pocas noticias sobre la guerra. Trabajo con seres de los planetas de la unión pero no he visto a ningún otro humano en todo este tiempo. Solo espero que la guerra termine pronto y pueda volver a la tierra y enseñar las nuevas tecnologías y posibilidades que habría al entrar en la unión solar.