Interdimensional 1

El doctor Solberg salía apresurado del gigantesco edificio donde había estado durante horas.

-¿Como ha ido? - Le pregunte mientras bajaba la escalinata de camino a su coche.

-Esos perros quieren quedarse con la bola, no saben hacer otra cosa que apropiarse del trabajo ajeno y no lo quieren usar en beneficio de la humanidad, sino para acabar sus guerras.


Conocí al doctor años atrás cuando estudiaba en la facultad de físicas. Me fascinó su uso de la tecnología y sus teorías sobre el uso de diferentes universos y como llegar hasta ellos. Pero ahora el doctor pasaba por un mal momento.

Hacia unos meses había puesto en practica varias de sus teorías creando una forma de almacenamiento en otro universo, lo había confinado en una pequeña esfera del tamaño de una mano y mediante diferentes botones y ruedecillas podía regularse y atrapar objetos que, luego, se podrían liberar en el mismo estado.

Cuando patentó su invento, el gobierno lo citó, primero, para pedirle la concesión de la patente. Al negarse el doctor, el gobierno le acusó de usar la bola para robar secretos de estado, debido a que ésta podía ocultarse fácilmente y lo que contenía en su interior era indetectable para la tecnología actual.

Ya en el coche, mientras conducía de camino al laboratorio del doctor, este me contaba lo que se había hablado.

-La cuestión es que si usasen la bola en algo que beneficiase a la humanidad no tendría problemas en cedérsela, pero ¿sabes para que quieren usarla?- El profesor ni me dejo responder. - Quieren usarla como transporte de tropas ocultas y así acabar con sus guerras. No me dedico a crear aparatos para la guerra sino para el bien de la humanidad. Y lo mas absurdo de todo es que me quieren acusar de haberla usado para robar secretos de estado, pero no dicen que he robado ni cuando. Es del todo absurdo. ¿Por que iba a querer yo robar tecnología anticuada o detalles de espionaje?-

El doctor siguió hablando durante largo rato hasta que llegamos al laboratorio. Este estaba un tanto desordenado, con pizarras llenas de fórmulas, al doctor le gustaba el olor y el tacto de las tizas de ahí que siguiese usando ese antiguo instrumento, aunque también argumentaba que era casi imposible que nadie robase aquellos datos.



El doctor saco la bola de un bolsillo y la dejo en su soporte el cual encerró la bola en un campo de fuerza también inventado por el doctor.